viernes, 16 de mayo de 2014

El último fantasma de Sevilla


6.


Una tarde de primavera el rey don Pedro regresaba de cacería, y al pasar por la calle san Luis la comitiva del rey lanzaba un torrente de alborotos, ruidos, música... Al escuchar el festejo todas las mujeres se asomaban a sus balcones. Entre ellas se encontraba María de Padilla, hija de una de las familias más ilustres de Sevilla, de la que el rey quedó enamorado. Sin embargo, para asegurar la paz con Francia se vio obligado a casarse con Blanca de Borbón. Aun así siguió su relación con María de Padilla y tuvieron 4 hijos.
Hasta que doña Blanca le fue infiel, y aprovechando esta situación la encerró en una torre, donde pasados unos años la sentenció a muerte. Por complicaciones del parto su amante, María, falleció, entonces el rey convocó a todos los principales hombres de Castilla a los que confesó que una vez muerta Blanca, él se había casado con María de Padilla por lo que se la consideraría reina legítima al igual que sus cuatro hijos bastardos. Esta razón hizo enfurecer a su hermano don Enrique que le declaró la guerra.
Aquí acaba la historia y comienza la leyenda.
En Papa se entera de la noticia de don Pedro y ordenó una investigación eclesiástica y su posterior castigo que debía ser comunicado PERSONALMENTE al rey. Esto suponía un problema pues nadie se atrevía a hablar con él en persona: era apodado Pedro el Cruel.
Así le fue encomendada la misión al arcipreste Marcos quién salió en su busca cuando fue de caza. El rey lo descubre y huye, ante lo que el arcipreste jura que si no lee ese decreto en vida lo hará después de muerto.
El rey don Pedro tuvo que marchar al Norte para lidiar con su hermano donde murió, por lo que el arcipreste nunca consiguió leerlo.
Cuenta la leyenda que se pasea por la calle Judería leyendo el Decreto en voz altas por las noches en Sevilla.

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