6.
Una
tarde de primavera el rey don Pedro regresaba de cacería, y al pasar
por la calle san Luis la comitiva del rey lanzaba un torrente de
alborotos, ruidos, música... Al escuchar el festejo todas las
mujeres se asomaban a sus balcones. Entre ellas se encontraba María
de Padilla, hija de una de las familias más ilustres de Sevilla, de
la que el rey quedó enamorado. Sin embargo, para asegurar la paz con
Francia se vio obligado a casarse con Blanca de Borbón. Aun así
siguió su relación con María de Padilla y tuvieron 4 hijos.
Hasta que
doña Blanca le fue infiel, y aprovechando esta situación la encerró
en una torre, donde pasados unos años la sentenció a muerte. Por
complicaciones del parto su amante, María, falleció, entonces el
rey convocó a todos los principales hombres de Castilla a los que
confesó que una vez muerta Blanca, él se había casado con María
de Padilla por lo que se la consideraría reina legítima al igual
que sus cuatro hijos bastardos. Esta razón hizo enfurecer a su
hermano don Enrique que le declaró la guerra.
Aquí
acaba la historia y comienza la leyenda.
En
Papa se entera de la noticia de don Pedro y ordenó una investigación
eclesiástica y su posterior castigo que debía ser comunicado
PERSONALMENTE al rey. Esto suponía un problema pues nadie se atrevía
a hablar con él en persona: era apodado Pedro el Cruel.
Así
le fue encomendada la misión al arcipreste Marcos quién salió en
su busca cuando fue de caza. El rey lo descubre y huye, ante lo que
el arcipreste jura que si no lee ese decreto en vida lo hará después
de muerto.
El
rey don Pedro tuvo que marchar al Norte para lidiar con su hermano
donde murió, por lo que el arcipreste nunca consiguió leerlo.
Cuenta
la leyenda que se pasea por la calle Judería leyendo el Decreto en
voz altas por las noches en Sevilla.
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